El localismo en el Surf es un tema polémico. Hay quienes lo entienden como positivo por el cuidado de los spots, quien lo apoya y practica y quien reniega de todo tipo de “propiedad” en las olas. Este fenómeno que desde hace años existe en las playas del mundo tiene apoyos y detractores. Veamos de que va el Localismo en el Surf.
Hay muchas olas en el planeta, y muchas en España, donde surfistas de la zona se autodenominan locales, lo cual de por sí no tiene nada de malo. Muchos hemos aprendido en una playa en concreto, hemos desarrollado nuestro surf, amistades y amor por la naturaleza en ella. Incluso, dependiendo del tipo de ola, tenemos “vicios”, características y hasta una forma de hablar que denuncian de que rompiente venimos: de ola cerrona, de ola tubera, de pico ventoso, de ola en una sola dirección, de ola urbana, orillera, del valle…
Existe un localismo positivo que está abierto a compartir las olas de esa playa en la que surfea habitualmente con cualquiera de fuera siempre que venga respetando preferencias, la naturaleza y las importantes normas del Surf, de convivencia y respeto dentro y fuera del agua. Un localismo que organiza jornadas de limpieza de playa, cursos, festivales, que defiende a la ola de proyectos urbanísticos, que extiende el espíritu de Aloha.
Ese localismo no se considera dueño de la playa en cuestión, sino amante y usuario de ella desde hace mucho tiempo. La cuida y desea que los demás también lo hagan. Entiende que el desarrollo del deporte y su masificación vía medios, internet y moda hace imposible que sigan los 10 amigos de hace años solos en el pico. Entiende que también ellos, los locales, visitan lógicamente otras olas y desean ser recibidos como ellos aceptan a los visitantes.
Desgraciadamente ese localismo “positivo” y fruto de vivir tu surf en una playa en particular durante años, aunque sin considerarte dueño de sus olas, comparte el nombre con otra expresión menos amable del fenómeno. El local agresivo, el de “Only Locals”. Ese que piensa que tiene más derecho a surfear esa playa y esas olas que los que viven lejos de ellas o no vienen a menudo.
El aumento de practicantes de este deporte, la masificación de los picos más conocidos sobre todo en verano, los surfistas que no respetan las reglas básicas de comportamiento en el agua, el boom de las escuelas, muchas profesionales y otras que sencillamente quieren obtener beneficios sin inculcar nociones de seguridad y respeto naturales, las oleadas de bienintencionad@s “Balas Humanas” sobre una tabla carentes del respeto que tradicionalmente inspiraba la practica de este deporte y llenas de ansiedad por “surfear”, crean a veces climas muy negativos en los picos.
Discusiones, saltadas constantes, surf a cara perro, incluso peleas, son una realidad que sucede tristemente en playas de todo el mundo y ensucia el panorama del deporte. Es un hecho que el surf y sus practicantes no funcionan en un universo paralelo y que estas actitudes pueden ser un reflejo del comportamiento de la sociedad humana actual en general.
Individualismo, competitividad, egoísmo, el “vale todo”, el “primero yo”, la agresividad, la exigencia de satisfacción inmediata por encima de normas, son constantes no solo en el surf sino en la sociedad en la que vivimos y es inevitable que los surfistas actúen en el agua como actuarían en un problema de tráfico o en una discusión con la comunidad de vecinos.
Pipeline, Hawaii, con sus temidos “Black Trunks”, Silver Strand en California, Mundaka en el País Vasco, El Quemao en Canarias, Rodiles en Asturias, Doniños en Galicia, La Barceloneta en Cataluña, olas australianas, brasileñas… La lista de lugares que a veces sufren conflictos es infinita.
Frente a este fenómeno de localismo en el surf y sus razones, también sobre sus posibles soluciones, hay multitud de preguntas: Los locales ¿Defienden su zona? ¿Sin ellos cundiria el desastre en el agua? ¿Quién es local y quién no? ¿Se justifica la violencia y las amenazas para suplir quizás la falta de respeto o conocimiento de algunos?
Surfea, disfruta, respeta la naturaleza, la playa, las costas, el mar y a los demas surfistas. Las olas no son de nadie, pero se surfean de uno en uno y con la preferencia correcta. Respect Only y ¡Aloha, tribu!