COMO EN CASA
El familiar hostal está situado en el punto más al suroeste de Europa, en el entrañable y pintoresco pueblo de Sagres. La casa está pensada para que los huéspedes puedan relajarse antes y después de las sesiones de surf que la costa de Sagres les tiene preparada.
El alojamiento puede ser tanto en habitaciones privadas de matrimonio como en dormitorios compartidos con otros surfistas. La amplia cocina mira al extenso jardín donde cada cual puede cocinarse a su gusto y compartir experiencias con el resto de invitados.
El salón esconde un mágico secreto para esas tardes en las que atardece temprano y el cuerpo todavía húmedo de la última sesión pide acurrucarse en el calor de una chimenea. Un salón amplio pensado para todos donde confluyen personas de todo el globo con la misma intención; disfrutar, relajarse y compartir.
Sin embargo, la piedra filosofal del hostal se encuentra en el jardín. Con más de 3000m2 de jardín , donde disfrutar del bar, la piscina, relajarse en el césped,jugar al ping pong, a los dardos y de la barbacoa. Además en la terraza del tejado puedes echar una birra, tomar el sol en las hamacas o deleitarte con las puestas de sol.
LOS COMIENZOS
Jesús y Borja son los artífices de tal ambicioso proyecto. Dos murcianos, que tras terminar sus estudios se dieron cuenta de cuál era el tipo de vida que querían llevar. Estos dos apasionados del surf emprendieron un viaje hacia Centroamérica donde comenzaron a fraguar la idea de un negocio orientado a la hostelería y al surf.
La idea surgió tras varios meses visitando playas paradisíacas donde conocieron que otro estilo de vida era posible; aquel en el que poder trabajar y surfear.
Antes de emprender esta aventura, Borja estudiaba derecho y Jesús derecho y relaciones laborales, difícil de adivinar cuando les ves trabajado en el jardín o paseando tranquilos con sus sandalias y gorra..
Dejar atrás familia y amigos es complicado,pero los dos se saben afortunados y se tranquilizan pensando que no viven tan lejos y siempre que el trabajo lo permite, toman carretera y manta para ir a visitar a los suyos.
EMPEZAR DE CERO EN SAGRES
Tras más de 10 años viajando a Sagres a surfear los dos ambiciosos jóvenes decidieron que ése sería el spot donde realizar sus sueños.
Tantearon la idea de crear el mismo negocio en Costa Rica o Panamá, pero la distancia y dificultades burocráticas suponían una piedra en el camino. La idea de trasladarse al norte de España también cruzó su mente, por la belleza de sus olas,pero el calor del sur era más fuerte.
Sagres es un cabo con forma de península, lo que optimiza las condicione para el surf; las olas rodean la costa y dependiendo de las condiciones puede decidirse entre surfear en una playa u otra.
Cuando vieron la casa por primera vez, supieron que aquel era el lugar. El enorme jardín y la amplitud de la casa les hizo soñar despiertos con todas las posibilidades que ofrecían cada uno de sus rincones.Pero detrás de estos sueños había un durísimo trabajo; los matorrales y malas hierbas atestaban el jardín y el interior de la casa aclamaba cuidados.Además tuvieron que lidiar con la lenta burocracia portuguesa y el inconveniente del idioma.
LA INTERCULTURALIDAD BAJO EL MISMO TECHO
El hostal huele a multiculturalidad, y no solo por los fogones de la cocina donde los huéspedes se reúnen a compartir experiencias y gastronomía, sino por el ambiente único de ese cocktail de nacionalidades. La energía de todas esas personas de cualquier parte del globo que comparten la misma pasión por la naturaleza, el surf y el mar se siente en el ambiente. Además el hostal cuenta con un servicio de voluntarios que a cambio de unas horas de su tiempo reciben hospedaje. Muchos de estos voluntarios se asientan varios meses, embriagados por la familiaridad del hostal y la belleza de Sagres, convirtiéndose así en uno más de la familia.
EL VALOR DEL ESFUERZO
La ilusión ha sido el motor de trabajo de estos dos jóvenes emprendedores. Cuando se avecinaba tormenta y las dificultades económicas apretaban, la confianza en su negocio siempre les mantenía a flote. La incertidumbre de saber si el negocio funcionará o los malos tiempos de arena en los bolsillos para invertirlo todo en perfeccionar la casa se han visto recompensados con la satisfacción de saber que día a día siguen manteniéndose y viviendo de su sueño.
Dos chicos humildes de grandes sueños que escucharon lo que su corazón les dictaba y que continúan trabajando duro para mantener su negocio y disfrutar de su pasión por las olas.