Texto Víctor Gallego
El arte al igual que el surf es la manera que tenemos los seres humanos de expresar nuestras inquietudes, nuestros miedos, nuestras frustraciones o nuestras alegrías y emociones.
El arte es algo intrínseco a nosotros y nos acompaña desde que fuimos capaces de erguirnos y de encontrarle uso a los dedos pulgares de nuestras manos.
Incluso desde que los primeros surfistas lograron ponerse de pie en los rudimentarios caballitos de totora, a día de hoy piezas de coleccionista.
El surf, como siempre, no está exento de las leyes que gravitan a su alrededor y, como era de esperar, el surf y el arte tienen una estrecha relación entre sí.
Ya no solo los propios movimientos que vemos encima de una tabla, como pueden ser los de Stephanie Gilmore, que son pura plasticidad y arte en movimiento, o la elegancia que tiene algunas surfistas encima de un longboard.
Sino también los lienzos que nos ha dejado la pintura o las partituras que nos ha regalado la música han sabido recoger esa filosofía y espíritu que impregna este deporte.
Inícios
Entre las décadas de los sesenta y setenta, en plena época hippie, donde flotaba en el ambiente el espíritu Woodstock; colores estridentes, espirales paranoicas y una música que proclamaba el amor y la paz, fueron de los primeros testigos en acercar el arte, o más bien la cultura, del surf a una sociedad norteamericana que estaba enfrascada en una guerra absurda contra los Vietcom (Vietnam).
El tiempo de la minifalda, el movimiento hippie, los Beach Boys, Tom Jones o el Twist. Los discursos de Martin Luther King en favor de los derechos civiles o los enfrentamientos raciales, John F. Kennedy abatido, la guerra de Vietnam y en 1969 Neil Amstrong pisa por primera vez la luna.
Este era el caldo de cultivo que la gente se encontraba al amanecer. La playa se convirtió en una vía de escape donde surf y arte se daban la mano para construir un pensamiento crítico diferente al del ciudadano medio.
Mientras imaginamos a los hippies llegando a las playas en las clásicas volkswagen, surgía a la par otro movimiento. Los primeros versos de lo que luego conoceríamos como el pop.
Dos décadas que nos dejaron referencias musicales y artísticas como fueron los revolucionaros Beach Boys o John Van Hamersveld creador del mítico póster de la película “The Endless Summer” y que puede presumir de estar el paseo de la fama del surf en Huntington Beach, California.
Una corriente filosófica que nos traslada a la mítica película de culto, “The Big Wednesday”. Ya no era solo la paz y el amor lo que se proclamaba, era una estética playera que atraía a multitud de jóvenes a una rebeldía sin una causa definida y que pretendía bajo sus proclamas artísticas y deportivas ir contra un sistema que no les representaba.
La actualidad, o incluso las últimas décadas, el arte no ha parado de verse en multitud de espacios.
Pero uno, del cual igual no somos tan conscientes o no consideramos arte, es el que millones de jóvenes lucen en sus camisetas, sudaderas o diseños con los que quieren comerse el mundo.
Son cientos las grandes marcas de ropa que se inspiran en el mensaje del surf para diseñar las prendas que inundan nuestro pan de cada día.
Los logos, la estética, las imágenes, los colores y los estampados que lucen miles y miles de personas a diario no hacen otra cosa que perpetuar ese estilo playero, contracorriente e idílico que representa California en el ideario general y artístico del que hablamos.
Hoy aún vemos los vestigios de esos años en donde no solo una corriente de pensamiento, vinculada a un deporte de acción nació, sino que con ella también nació una corriente artística que perdura actualmente.
Surf y arte en España
Todo esto también ha llegado a España en forma de pintura o cine. Sobre el lienzo encontramos a artistas, cómo puede ser Andoni Galdeano, que han desarrollado gran parte de su actividad artística enfocada al mundo del surfing.
Sus pinturas, sus ideas y como el mismo me reconocía en alguna entrevista que le realicé, su inspiración viene del mar, de sus viajes y de lo que él vive con el surfing.
Sobre el celuloide son más de un director los que se han atrevido a filmar y plasmar el arte del surf.
Pedro Temboury es el claro referente que dejó patente el surf en el arte español, y así lo hace en su obra “La primera ola”. Una pieza documental en la que se recoge no solo como llega el surf a España sino todo lo que significó para más de una generación
El surf y el arte o el arte y el surf. Dos conceptos que parecen distantes en el espacio pero que han ido de la mano en el tiempo. Tal vez y solo tal vez, los brochazos que dan los surfistas en cada ola formen parte y arte de este concepto.