16 de septiembre de 2011.
Acabo de llegar a casa. Aún sigo teniendo el sabor de la sal en la boca, los trajes están recien lavados con agua dulce, los restos de arena quitados, las tablas limpias, los escarpines colgados secando.
La maleta está sobre la cama, y en la cocina, una montaña de ropa espera que le llegue su turno para ser lavada. Los restos de comida envasada, en la caja, y lo que sobró, en la basura (menos mal que fue muy poco, apenas unos restos de lechuga y un huevo cascado).
El coche, sucio, con arena, como debe ser.
Y el alma, la mente, rebosante de sensaciones, de experiencias...
Todo comenzó el lunes pasado (y hoy es sábado): con los nervios propios de un viaje, máxime cuando se trata de las vacaciones en familia, amanece, y me pilla con los ojos abiertos... con las maletas hechas, el quiver preparado, y los trajes embalados.
Por delante tenemos 5 días en el Algarve, ese gran desconocido para la mayoría de surfers españoles, que desconocen un lugar paradisiaco, idílico... tan cercano, que ni te das cuenta de la suerte que tenemos hasta que lo vivimos tal cual es.
Los 450 km y las 4 horas largas de camino se pasaron "volando" (literalmente, pues la furgoneta volaba a ras de suelo). Quien no haya vivido la experiencia de estar cinco dias encerrado en una furgoneta, justito de comodidades, pero pletorico de sensaciones, no entenderá esto.
Me he estado duchando con una ducha de 20 lts, calentada al sol (una genialidad comprada hace mucho en una tienda de camping); comiendo un bocadillo en el chiringuito de Amado (por 6 euros, bocata y coca-cola), merendando algo de fruta, y cenando principalmente pasta, arroz y un dia sopa. Me he quemado con el sol bastante, aunque principalmente cabeza y cuello. Mis labios están agrietados, mezcla de salitre, frio y sol. Mis brazos, cansados. Mi espalda dolorida de un colchon hinchable. Por las noches no tenia ni tele, ni dvd ni internet, y sigo cuerdo, vivo y feliz... eso si, a las 11 de la noche, durmiendo como un bendito.
He dormido en la playa de Amado, acostandome con el sonido del mar con la marea muy baja, y despertado con el sonido dle mar bravo al amanecer. He entrado al agua a las 8 de la mañana (las 7 para los portugueses), y visto la puesta de sol sentado frente al mar. He disfrutado con la mejor de las compañías, mi esposa, el atardecer, reviviendo sentimientos y sensaciones ya olvidados. Sencillamente: he vuelto a nacer.
¿Por que? Porque durante 5 cortos, pero intensos dias, he disfrutado del surf, del mar, de mi vida, de mis vacaciones. He vivido un viaje introspectivo, y el resultado es maravilloso.
No merece la pena decir que he disfrutado del surf como nunca, que aunque me duelan los brazos, piernas y espalda, estoy deseando volver. Que en cuanto pueda, volveré a Portugal un fin de semana.
Ay El algarve...Para mí es un gran conocido de escapadas de fin de semana, lástima el nuevo sistema de peajes y que no me pueda permitir ir solo (necesito compartir gastos, que está la cosa siempre mu mala).
enhorabuena por tu pedazo de viaje y tu reencuentro contigo mismo! a ver si yo hago pronto lo mismo, que estoy muy perdido!