De repente un flash, una visión, llámalo como quieras... pero lo he tenido.
Hoy te vas, cojes tus cosas, y me dejas adivinando tu presencia, mientras intento convivir con el hueco que dejas en mi. Irrellenable, enorme, profundo y oscuro que ahoga mi pecho.
Por primera vez en muchos años vuelvo a tener miedo. Un miedo ancestral, irrefrenable, inconsolable y primitivo...
Miedo al fantasma de tu ausencia, blanquecino y amenazante.
Tengo miedo a no oir tu risa, a no oir tu llanto, a no encontrarte.
Miedo a no escuchar tus reproches, tus consejos, tus impresiones, tus charlas de café..
A que no me cuentes tus planes y tus castillos en el aire...
A que no me esperes levantada, a saber que no estas en la orilla como siempre.
Miedo a que no me preguntes cómo ha ido el baño mientras el atardecer del verano tiñe de luz tu cabello rubio, me seco, agotado, satisfecho y feliz, en un momento de esplendor tantas veces repetido, ahora irrepetible.
Por todo aquello que fue y que tuvimos, tengo miedo.
Rip or die!
... y sin embargo, no cambio un solo instante contigo, aunque por ello tenga que pagar con mi alma consumiendose en soledad...
😉
Precioso. Simple y llanamente, precioso.
vaya que profundo 😀